QUÉ PUEDEN GANAR (O PERDER) LAS COMUNIDADES VULNERABLES AL COMPARTIR SUS HISTORIAS CON REPORTEROS Y QUÉ ESTÁN HACIENDO LOS REPORTEROS AL RESPECTO.
By Natalie Yahr
[Para las personas negras en Nueva Orleans después de Katrina,] el agua llegaba a 30 pies de profundidad, y al contar mi historia, con suerte podíamos conseguir que alguien se compadeciera y nos arrojara un salvavidas, algo de apoyo, aunque sea una cuerda para ayudar a la gente que se estaba ahogando, que no tenía vivienda, que no tenía trabajo.
Pero ahora me estoy volviendo más exigente sobre cómo cuento mi historia, [y me pregunto:] “¿Qué están haciendo con la historia?” No veo ningún apoyo. No veo que nadie nos arroje una cuerda…
— Alfred Marshall, New Orleans community organizer
Introducción
Recién estoy empezando mi carrera periodística, pero ya me he encontrado con varias situaciones que me hicieron cuestionar el rol de los periodistas cuando entrevistan a personas que están sufriendo de alguna manera.
Una vez entrevisté a un hombre al que le habían disparado en varias ocasiones cuando era joven. El hombre, al principio reacio a hablar conmigo, terminó aceptando solamente porque un buen amigo suyo organizó la entrevista y me respaldó. Yo estaba trabajando como productora de Listening Post New Orleans y estaba buscando sobrevivientes de violencia armada para una colaboración con The Trace. Según los datos, en Nueva Orleans había muchas personas con estas características, pero mi equipo descubrió que encontrarlos y convencerlos de hablar con nosotros no iba a ser tan fácil. Cuando Alfred Marshall, un organizador comunitario, me dijo que podía contactarme con algunos sobrevivientes que conocía y que estarían todos juntos en un gimnasio de boxeo para la reunión de miembros de Stand with Dignity, me presenté de inmediato.
Me senté frente a Raynell Navarra en el suelo del gimnasio de boxeo y me contó del acoso que sufrió, de cuando le dispararon, de la recuperación de sus lesiones y del miedo que sufrió después. Asentí con la cabeza, tratando de mostrarme interesada y comprensiva mediante gestos faciales para no arruinar la grabación de audio. Cuando le pregunté si había recibido consejería de algún tipo, su respuesta me sorprendió.
Me dijo que había recibido servicios de salud mental durante años, pero que “nunca había tiempo para que se sentaran y me dieran algún tipo de consejo. Generalmente me daban pastillas, nada más. Me hubiera gustado recibir alguna terapia, sentarnos y hablar, como lo que estamos haciendo ahora. Que me dejaran explicar lo que me pasaba, en vez de que me lo dijeran y me dieran una pastilla”.
Creo que cualquier periodista puede darse cuenta de las cuestiones éticas que suscitan estos comentarios. Por un lado, es bueno que una fuente se sienta cómoda y tenga la oportunidad de compartir sus sentimientos. Por otro lado, el periodista no es un profesional de salud mental, y el hecho de que la fuente no tenga acceso a estos servicios es preocupante. ¿Cuál es el rol que debe desempeñar el periodista en esta situación y en situaciones similares?
Con esta guía, mi objetivo es ayudar a los periodistas a lidiar con los dilemas éticos que enfrentan al entrevistar a personas que han sufrido. Si bien ya existen varias guías prácticas sobre este tipo de entrevistas, especialmente sobre el periodismo en situaciones traumáticas, todavía no he encontrado una guía que aborde las preguntas éticas más profundas, por ejemplo: ¿Cuáles son las condiciones, si las hubiera, en las que este tipo de periodismo es moralmente justificable y no puramente extractivo o voyerista? Tampoco he encontrado muchos registros públicos en los que los periodistas hablen de estas cuestiones éticas, aunque estoy segura de que conversan sobre este tema, ya sea en conferencias o en privado.
Esta guía tiene como objetivo llevar esas conversaciones al público en general para que tanto los periodistas como las personas que no lo sean puedan leer qué reflexiones estamos haciendo sobre estas cuestiones y cuáles son los nuevos métodos que estamos probando en busca de un periodismo más beneficioso para todos.
Entrevisté por teléfono a ocho periodistas que, supuse, estaban reflexionando sobre estas cuestiones éticas. Los elegí en función del tipo de coberturas que hacen, las fuentes que usan, sus métodos de reportaje y lo que sabía sobre su enfoque filosófico. Me propuse hablar con periodistas que trabajan en periodismo de verificación y transparencia tradicional, periodismo de soluciones y periodismo con compromiso.
También hablé con una persona que no es periodista, pero a quien le hicieron muchas entrevistas (algunas se las hice yo misma) a lo largo de los años, por su rol de organizador comunitario. Él me había dicho hace tiempo que se había vuelto reacio a hacer entrevistas, ya que tenía que mostrar su propio dolor o el de su comunidad y no veía ningún resultado en forma de ayuda a su comunidad. Accedió a ser entrevistado para hablar de sus preocupaciones y recomendaciones.
Conversé con todas las fuentes on the record y grabé las entrevistas. Les anticipé que quería saber qué piensan que ofrecen a las fuentes con sus reportajes y qué justificación les dan a las personas cuando les piden que cuenten cosas difíciles. Para cada entrevista, adapté un conjunto común de preguntas, por lo que algunas preguntas se repitieron para todas las fuentes, pero algunas fueron específicas para cada entrevistado. Las conversaciones duraron entre 45 minutos y una hora. Algunas fuentes me pidieron leer citas antes de la publicación y, por lo tanto, algunas citas se editaron para aportar más contexto o para mayor claridad.
Sobre la base de estas entrevistas, extraje un conjunto de conclusiones clave.
Regla 1: Asegúrate de que tu fuente sepa qué esperar
A lo largo de este proyecto, varias cuestiones se repitieron en todas las entrevistas. La primera fue la importancia de asegurarse de que la fuente sepa qué implica hablar con un reportero. Periodista tras periodista me contó que, cuando entrevistan a personas que no están acostumbradas a trabajar con los medios, tienen la obligación ética de hacer algo más que simplemente avisarle a la persona que lo que diga está on the record.
Alex V. Hernández cofundó el sitio web de historias de inmigrantes 90 Days, 90 Voices (90 días, 90 voces), que cuenta con una excelente guía propia para hacer informes periodísticos sobre inmigrantes y refugiados de manera ética. Él afirma que, cuando entrevista a personas acostumbradas a tratar con medios de comunicación, “jugamos con las mismas reglas”. Pero, cuando habla con otras fuentes, como inmigrantes y refugiados, no asume que entienden la relación con los periodistas. Por lo tanto, comienza hablando sobre el efecto que podría tener su participación en el reportaje y les pregunta específicamente por lo que podría ponerlos en peligro, a ellos o a su familia, en los Estados Unidos o en otro país.
Si las fuentes deciden hablar con él de todos modos, Hernandez trata de no incluir información que pudiera ponerlos en riesgo. En algunos casos, eso significa omitir nombres o fotos. La conversación sobre los riesgos no termina cuando comienza la entrevista. Cada vez que una fuente le dice algo que podría servir para identificarla o incriminarla, vuelve a preguntar: “¿Estás seguro de que quieres decirme eso?”. De esta manera, le recuerda a la fuente los riesgos y le permite decidir qué compartir y qué no.
Melissa Sánchez, reportera de ProPublica Illinois, entabla una conversación similar al principio de sus entrevistas. Dice, en broma, que pareciera que está intentando disuadir a la fuente de hablar con ella.
“Es tu decisión. No podemos contar tu historia sin tu consentimiento”, le dice.
Sánchez dice que su método está inspirado en parte por su madre, una inmigrante que probablemente no sepa cómo proteger sus propios intereses en una entrevista.
“Trato a las personas con mucho cuidado”, dice, “como quisiera que la trataran a mi madre”.
Sánchez sabe que los inmigrantes que hablan con ella pueden salir perjudicados y aprendió por experiencia que no siempre podrá prever de qué manera. Cuando tenía cerca de 20 años, trabajando para el Yakima Herald, fue a un pequeño pueblo para escribir un artículo sobre un productor agrícola que había despedido a gran parte de su fuerza laboral después de una auditoría de Inmigración. La empresa, el principal empleador del lugar, había pasado por alto deliberadamente el estatus migratorio de sus empleados durante años.
Después de dos días de conversar con personas que solo hablarían extraoficialmente, conoció a un trabajador agrícola recientemente despedido que estaba dispuesto a hablar on the record y a que se incluya su nombre. Sánchez le advirtió del riesgo de que el gobierno federal pudiera investigar su estatus migratorio, aunque su nombre era bastante común, Antonio Sánchez, y podría no correr tanto riesgo. En la entrevista, el hombre le contó que estaba considerando volver a solicitar un trabajo en la empresa, la única oportunidad laboral en la ciudad, con otro número de Seguro Social.
Pocos días después de la publicación de la historia, Melissa Sánchez recibió una llamada del hombre, que le dijo que la empresa no quiso contratarlo porque había hablado con la prensa.
“No paraba de decir: ‘¿Qué se supone que debo hacer?’”, recuerda Sánchez. “Me partió el corazón… Lo último que quieres es que la vida de las personas empeore porque hablan contigo”, dice. Ella sabía que no podía ayudar al hombre directamente, pero le pasó su información a un amigo que trabajaba en inmigración en Seattle.
Al día de hoy, Sanchez no está segura de qué pasó con el hombre ni de haber hecho lo correcto. Sin embargo, afirma que esa experiencia cambió su forma de trabajar.
“Pienso en ese hombre todos los días”, dice, y les cuenta esa historia a las fuentes al momento de decidir si quieren que se use su nombre. “Quiero que sepan todo lo que yo sé”.
Elizabeth Van Brocklin, reportera de The Trace, conoce bien este tipo de conversaciones, ya que lleva tres años trabajando con sobrevivientes de violencia armada. (Echa un vistazo a su excelente guía para trabajar con sobrevivientes de violencia armada aquí). Ella cree que también hay que advertir a las fuentes potenciales sobre la carga emocional que podría tener la entrevista, ya que recordar un trauma nunca es fácil. También se asegura de explicarles que, aunque hablen con ella durante horas, su testimonio podría reducirse a unas pocas líneas en el reportaje, o quizás ni aparezca, pero que sirve para dar forma al artículo en general.
Después de todas las advertencias, ¿por qué alguien querría hablar con un reportero?
Algunos simplemente quieren contar historias. Van Brocklin dice que habla con algunas fuentes que se ponen a contar su historia antes de que pueda terminar con los descargos de responsabilidad, tal vez porque no tienen a nadie más con quien hablar sobre lo que les ha sucedido.
Pero Melissa Sánchez dice que a veces las fuentes están dispuestas a correr el riesgo porque están hartas de su situación y piensan que las consecuencias de no hablar podrían perjudicar a otras personas. El organizador comunitario Alfred Marshall, quien se refiere a sí mismo como “un hombre negro en Nueva Orleans que está luchando”, dice que habló con la prensa sobre la “crisis de empleo” que su comunidad de viviendas públicas estaba enfrentando porque la situación era terrible.
“Nadie me garantizó nada”, dice. Como estaba en libertad condicional, sabía que, si hablaba, podía perder su trabajo y volver a prisión. Pero dice que no le importaba “volver al sistema por algo que está bien”. Aunque padeció represalias, su postura pública también lo protegió.
“La gente contra la que estaba luchando no podía tocarme”, dice. “Hubo resistencia, pero luego el impacto fue potente”. Él atribuye a la cobertura (de Katy Reckdahl, entonces periodista del Times Picayune) el haber ayudado a su grupo a llegar a un acuerdo con la empresa desarrolladora para obtener mejores remuneraciones.
Regla 2: No engañes ni confundas a las fuentes (aunque tengas las mejores intenciones)
Varios periodistas me dijeron que toman medidas para evitar hacer falsas promesas a las fuentes, pero ninguno lo expresó tan claramente como Lewis Wallace, que trabaja con grupos marginados y escribe sobre cuestiones de poder, raza y transgénero.
“A los periodistas nos encanta engañarnos a nosotros mismos sobre la importancia de nuestro trabajo porque nos hace sentir mejor cuando hacemos cosas que a veces son moralmente ambiguas”, dice Wallace, refiriéndose a la tendencia habitual de esperar que nuestras historias tengan un impacto en las políticas o en la sociedad. “Creo que los periodistas tenemos un interés propio en decirnos a nosotros mismos que nuestra historia va a marcar la diferencia, y por eso, mi límite es no decirles eso a los demás”.
Wallace recuerda una historia que produjo cuando trabajaba para la estación de radio WYSO. Entrevistó a una madre indocumentada sobre cómo la mantenían al margen de la experiencia educativa de su hija. Tuvo cuidado de no decirle a la mujer que la historia serviría a sus intereses o causaría un cambio de política. Mirando hacia atrás, se alegra de no haberlo hecho.
“Piensa en lo que ha pasado con la inmigración, ¿verdad? Hubiera sido muy poco acertado”, dice Wallace, con una risa cómplice. “Las cosas solo han empeorado para los inmigrantes indocumentados desde entonces”.
Wallace agrega: “Trato de ver si la gente confiará en mí sobre la base de lo que realmente es la relación”, en lugar de intentar persuadirla.
Cuando las personas se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, es posible que piensen que contar su historia públicamente las ayudará. Alejandro Fernández lo comprobó trabajando para Univision sobre el sistema de inmigración, en una asignación para la que tuvo que hablar con personas muy endeudadas con empresas de fianzas o que corrían el riesgo de ser deportadas:
Creo que es un hecho que estas personas esperan algo de ti y de verdad piensan que, si eres de Univision, puedes cambiar el mundo, ayudarlos, darles dinero, hacer muchas cosas, y que si llevas su caso a la televisión todo va a cambiar. Creo que tienes que ser muy, muy honesto con ellos y decirles que no puedes prometer nada de eso. Si sucediera, será una situación excepcional… porque en general ni Univision ni ningún otro medio de comunicación puede hacer que todo el sistema de fianzas sea más justo solo con un artículo. Eso no es lo habitual.
La reportera de ProPublica Illinois Melissa Sánchez dice que entrevistó a una familia de inmigrantes que no había podido contratar a un abogado. Tenían la esperanza de que, si hacían pública su historia, un abogado podría aparecer al día siguiente para tomar su caso, habían escuchado que sucedió en el pasado. Sánchez dice que lo único que podía hacer era reiterar que no podía garantizarles nada.
“Es muy difícil decirlo… En el fondo, desearías que todos tuvieran el mismo acceso a abogados, al conocimiento y la capacidad de manejarse por sí mismos en este sistema tan complicado, pero no es nuestro trabajo hacer eso por ellos”, dice Sánchez. “Es muy difícil aceptarlo, lo único que esperas es que el trabajo que estás haciendo tenga más importancia y pueda tener un efecto más sistemático en las personas y no solo en ese caso individual.”
Esta confusión no solo puede ocurrir al principio de la entrevista. Los reporteros comprometidos de ProPublica hacen convocatorias pidiendo a los miembros de ciertas comunidades afectadas que respondan a las preguntas de los reporteros. (Más información sobre ese proceso aquí). Esas convocatorias a veces generan miles de respuestas, dice Terry Parris Jr., exeditor adjunto de participación comunitaria. Es posible que el periodista esté en comunicación con una comunidad durante meses o años, lo que, según él, puede cambiar la dinámica entre el reportero y la fuente:
En el ejercicio del periodismo comprometido se contacta a muchas personas, se les pide que completen una encuesta o un cuestionario telefónico [por ejemplo] porque ellos estuvieron expuestos al Agente Naranja, o quizá su cónyuge o su padre…
Creo que partimos de la idea de que esta es una organización de noticias, pero cuanto más hablaba con ellos, más me involucraba, les enviaba más correos electrónicos y les avisaba sobre nuestros informes, nuestras historias o les preguntaba sobre los grupos en los que participan… el papel del periodista comienza a transformarse. “Oh, es Terry. He estado hablando con Terry todo el tiempo”. Cuando les envío correos electrónicos o mensajes, les digo: “Estamos investigando más”, “Vamos a seguir con esta historia” y “Estamos hablando con el VA”, y “Estamos esperando las FOIA”, y “Vamos a presentar una demanda” y todas estas cosas.
Y ellos empiezan a pensar que hay un ángulo de defensa, que estamos allí para luchar por sus derechos ante el VA y obtener beneficios. [Pero] lo que estamos tratando de hacer es escribir una historia para mostrar que el VA […] podría estar fallando en la protección y respaldo de los veteranos que […] tienen enfermedades debido a la exposición.
A veces tengo que recordarles que no somos una organización de defensa. Yo no estoy cabildeando en el Congreso en defensa de los veteranos ni tampoco soy su abogado defensor ante el VA. Vamos a escribir artículos, vamos a tratar de exponer los problemas y necesitamos la ayuda de los veteranos para exponer esos problemas. Por eso, tengo que recordarle a la gente que soy reportero, que soy periodista y que estoy buscando la verdad. Supongo que podríamos considerarnos defensores de la verdad, en todo caso, pero no somos defensores de los veteranos.
Regla 3: Toma posición a veces
Cuando una fuente habla con un periodista sobre los perjuicios que sufrió, sería extraño decir que al periodista no deberían importarle esos perjuicios. Los periodistas son humanos, y los humanos deben ser empáticos. Pero ¿cuál es el límite entre reconocer el dolor de la fuente y esforzarse por cambiar las circunstancias que los lastiman?
En las escuelas de periodismo y en los códigos de ética se enfatiza que los periodistas no deben tomar partido, pero varios periodistas con los que hablé creen que el periodismo, o al menos el periodismo de investigación, se trata en parte de buscar el cambio.
Melissa Sánchez de ProPublica Illinois (que se caracteriza como “una sala de redacción independiente y sin fines de lucro que produce periodismo de investigación con fuerza moral”) dice que buscar el impacto es un criterio común, especialmente entre los periodistas de investigación:
Invertimos tiempo y recursos en investigar algo con el objetivo de que tenga impacto, para mejorar la situación, no importa cuál sea. No escribimos historias bonitas sobre familias felices que se van de picnic. Nuestras historias tratan sobre problemas, exponen lo que ha salido mal, con la esperanza de que se produzca un cambio…
Creo que no es sincero decir que, incluso en el medio de noticias más tradicional, no hay ninguna esperanza o expectativa de que hacer informes de investigación vaya a conducir a [algo]. El Chicago Tribune no invirtió años en cubrir un sistema inequitativo de evaluación del impuesto a la propiedad solo porque sí. Si descubres que la policía está arrestando erróneamente a personas negras solo para aumentar sus estadísticas, que es lo que ha sucedido en Florida en una comunidad fuera de Miami, no lo haces por nada. Lo haces porque está mal y no debería pasar. Si yo tuviera que hacer esa historia, no sé cuál es la solución, pero definitivamente no es lo que está sucediendo en este momento.
Quiero decir, no abogamos por un cambio específico o por un político específico que venga y les salve la vida. Ese es el tipo de lugares en los que hay reservas legítimas sobre parecer [sesgado]… No estoy escribiendo sobre estos centros de detención en Chicago porque quiero que un venga otro contratista y haga el trabajo… pero estamos exponiendo un sistema que realmente está lastimando a los niños. No sé cuál es la solución, y no es mi trabajo averiguarlo, pero sé que hay un problema con cómo están las cosas hoy.
Si se expone la situación, no quiero sonar ingenua, como diciendo “con suerte alguien vendrá y lo arreglará”, pero, con suerte, si la historia se cuenta lo suficientemente bien, la gente la leerá y se inspirará, o se indignará, o tendrá conversaciones sobre ella y estas son piezas necesarias para que el conjunto de cambios suceda.
Cuando Sánchez investigó el proceso de multas de tránsito de Chicago y su efecto desproporcionado en los residentes afroamericanos y latinos de la ciudad, por ejemplo, dijo que su objetivo era exponer estas historias ante las personas que tienen poder y ante las personas que tienen influencia sobre esas personas. Pareciera estar funcionando: la cobertura impulsó numerosas iniciativas de reforma, incluida la creación de un nuevo grupo de trabajo de la Ciudad y la cancelación de 23 000 multas duplicadas. Los 14 candidatos a la alcaldía de Chicago en las elecciones de febrero se manifestaron a favor de la reforma de las multas.
Es posible que esta toma de posición no se enseñe en las escuelas de periodismo, pero Sánchez no piensa que sea algo por lo que avergonzarse.
“De nuevo, hay límites”, dice, como no abogar por un candidato político en particular. “Puedo entender que un reportero diga: ‘No puedes ser parcial en ese tema’, pero puedes ser parcial frente a la desigualdad o el perjuicio y decir: ‘Esto no es aceptable’”.
Algunas cosas están claras, dice, citando el reciente informe de un colega sobre las acusaciones de abuso en los hospitales psiquiátricos de Chicago.
“Los niños no deberían sufrir abusos sexuales cuando están bajo la tutela del estado en el hospital. Eso está mal. Entonces, escribes artículos con la esperanza de que estos niños vayan a lugares más seguros. Creo que está bien decir eso en voz alta: ‘No quiero que los niños sufran abusos sexuales’. ¿Verdad? ¿Quién puede discutir con eso?”
De hecho, dice, tomar tales posiciones es imperativo.
“Estás equivocado si crees que no puedes tomar esa posición”, afirma. “Puedes tomar la posición de decir: ‘No se debe lastimar a los niños’. Puedes tomar la posición de decir: ‘La gente no debería ser arrestada injustamente’”.
Pero Sánchez reconoce que algunos reporteros no tienen tanta confianza en ese papel. Para ella, llegó el momento.
“Cuanto más envejezco, más cómoda me siento tomando esas posiciones”, dice. “Debo tener cuidado con lo que digo, y mi editor siempre me recuerda: ‘No puedes ir demasiado lejos’”.
Sánchez agrega que no es lo adecuado en todas las situaciones.
“No se puede llegar a estas conclusiones así como así”, dice. “Hay que investigar mucho para llegar al punto en el que puedes decir: ‘Aquí están los datos. Aquí está la prueba de que este sistema está perjudicando a la gente de x, y y z maneras”.
Un factor que puede determinar si los periodistas adoptan una posición o no es la cultura de su sala de redacción. Cuando un equipo de USA TODAY-Wisconsin se enteró de que las tasas de depresión y suicidio juvenil del estado estaban entre las más altas del país, decidieron que sus informes sobre este tema no tenían por qué ser neutrales. No había dos lados en el debate: las estadísticas de Wisconsin eran inaceptablemente altas y señalaban problemas claros que debían abordarse. Se esforzarían por utilizar métodos periodísticos y de participación comunitaria para lograr mejoras de salud mental y reducir el estigma.
Rory Linnane, quien trabajó en la serie Kids in Crisis (Niños en crisis) como reportera de proyectos especiales para USA TODAY-Wisconsin, dice que esa posición dio forma a la información desde el principio. Cuando entrevistaba a los padres cuyos hijos se habían suicidado, los entrevistados sabían que su equipo estaba tratando, a través de las historias, de prevenir este tipo de tragedias. Linnane habló de ese objetivo y los desafíos emocionales del reportaje en “Rory’s Diary” (El diario de Rory), una mirada sincera y poco común del detrás de escena de esta investigación.
Pero el objetivo superó ampliamente las esperanzas del equipo. Informaron con propósito sobre algunos problemas, como la escasez de psiquiatras en Wisconsin, y propusieron soluciones, como la contratación de más consejeros en las escuelas. Y los llevó a celebrar eventos con objetivos claros, como capacitaciones públicas sobre la estrategia de prevención del suicidio Preguntar-Persuadir-Referir.
Linnane dice que, por lo que ella sabe, el equipo no recibió ninguna resistencia por la postura tomada, aunque reconoce que la salud mental es un tema especial.
“Tocamos un tema en el que casi todos pueden estar de acuerdo”, dice, pero se apresura a agregar que, si bien este caso puede ser un poco más claro, buscar el cambio a través del periodismo es normal:
La diferencia es que lo expusimos más abiertamente. Pero no creo que haya trabajado en alguna historia alguna vez y no quisiera lograr algún resultado, aunque el resultado sea simplemente ‘La gente estará más informada sobre este tema’. Siempre hay un motivo detrás de cada historia.
Fue útil ser transparente sobre nuestra posición para que tenerla como guía a lo largo de nuestra investigación y participación con las comunidades. Como teníamos el propósito de lograr mejoras de salud mental en los jóvenes y reducir el estigma, eso llevó a los eventos que organizamos en todo el estado y a tratar de hacer una diferencia…
Creo que [la transparencia] fue de mucha ayuda. Hubo algunos momentos complicados, por ejemplo cuando nos reunimos con políticos y sentíamos que estaban a la defensiva. Pero en general, nos resultó fácil explicar qué queríamos hacer, especialmente a las familias que estaban atravesando situaciones difíciles y a los defensores. Creo que la transparencia por sí misma hace que el periodismo sea menos extractivo. Si puedes ser transparente con las fuentes sobre cuáles son tus objetivos, ellos podrán tomar una decisión más informada sobre si quieren participar en la investigación.
Regla 4: Busca maneras de darle algún control editorial a tu fuente
Cuando Alex V. Hernández cofundó el sitio web 90 Days, 90 Voices a raíz de la prohibición de viajar inicial del presidente Trump, quería crear un lugar donde los lectores pudieran escuchar las experiencias de los inmigrantes y los refugiados cuyas vidas se vieron afectadas por estos debates sobre políticas. Pero, según Hernández, teniendo en cuenta las experiencias de vida de sus fuentes, querían darles el mayor control editorial posible.
“Cuando te obligan a migrar, cuando te vas de tu país no porque quieras, sino porque tienes que hacerlo, porque hay un peligro en tu país, es una experiencia de migración en la que renuncias a tu agencia”, dice y bromea al explicar que la gente suele migrar porque la vida en su país de origen se ha vuelto insostenible: “Nadie se despierta y dice: ‘Oye, ¿sabes qué sería genial hacer hoy? Hagamos un viaje familiar y seamos solicitantes de asilo’. Nadie dice eso, nunca”.
“Como este proceso quita tanta agencia a las personas, cuando decidimos hacer el proyecto 90 Days, 90 Voices, entrevistamos a las personas según el método de historia oral de Studs Terkel, pero el objetivo general era usar una técnica de narración transformadora para devolver un poco de agencia a esa persona en el relato de su historia”.
Por lo tanto, en un esfuerzo por darles a las fuentes cierto poder sobre sus propias historias, el equipo de 90 Days concede discreción a las fuentes en varios puntos. Cada fuente decide si se incluirá su nombre completo. Hernández dice que, en los medios tradicionales para los que trabaja, él y sus colegas evitan el uso de fuentes anónimas siempre que sea posible. Pero sabía que los inmigrantes y los refugiados tenían mucho que perder en ese momento político y no quería “echar más leña al fuego”.
En 90 Days, las fuentes también deciden si quieren ser representadas en una foto o si prefieren que un artista independiente las represente en un dibujo. Antes de la publicación de la historia, el periodista vuelve a leérsela a las fuentes y les permite decidir qué dejar y qué sacar. A menudo, los reporteros de 90 Days usan un formato en el que el periodista edita una entrevista para crear un relato en primera persona utilizando solo las propias palabras de la fuente.
Si bien el método de 90 Days otorga a las fuentes un nivel de control poco común, los periodistas de otros medios dicen que utilizan algunas de las mismas prácticas cuando entrevistan a fuentes vulnerables.
“Trato de ser excesivamente comunicativa y clara sobre lo que está pasando y darles la información necesaria para que puedan tomar decisiones”, dice Elizabeth Van Brocklin de The Trace. “Por ejemplo: ‘Te voy a pedir que me cuentes lo que pasó el día que murió tu hijo. Si no quieres hablar de eso, avísame. O bien, ‘Ahora voy a preguntarte sobre la noche en que te dispararon. ¿Te parece bien?’”
Melissa Sánchez de ProPublica Illinois dice que llama a las fuentes potencialmente vulnerables antes de la publicación para describirles el marco de la historia y leerles sus citas, con contexto. Les da una oportunidad de reconsiderar que no le daría a una fuente acostumbrada a trabajar con los medios. Si quieren cambiar sus palabras, “hay espacio para la negociación”, dice.
El organizador comunitario Alfred Marshall valora que la periodista Katy Reckdahl le haya dado esta oportunidad cuando lo entrevistó.
“Dije muchas cosas en la entrevista, por la ira que tenía, usé algunas palabras… dije cosas radicales”, dice. “Ella regresó y dijo: ‘Mira, ¿quieres que ponga estas cosas en el contexto de tu historia?’ y tuve que pensar seriamente sobre lo que dije. Me retracté de algunas cosas”.
El equipo de Kids in Crisis de USA TODAY-Wisconsin buscó incluir las voces de los adolescentes que estaban en el centro de la crisis de salud mental juvenil de Wisconsin. Por eso, invitaron a adolescentes de todo el estado a contar sus experiencias con enfermedades mentales en una serie de eventos en vivo. Pero, para garantizar que el proceso de narración de historias también beneficiara a los adolescentes, USA TODAY-Wisconsin invitó a facilitadores de Honest, Open, Proud a dirigir talleres para ayudarlos a considerar los beneficios y los riesgos de revelar sus enfermedades mentales, a prever las respuestas de los demás y a elaborar una historia significativa.
Lewis Wallace, escritor independiente y profesor de periodismo, aboga por permitir que las fuentes tengan más control editorial. Pero afirma que los desequilibrios de poder siguen condicionando el contenido. Recuerda un proyecto para la estación de radio WYSO en el que trabajó en la producción de las historias de los presos de la Institución Correccional de Dayton en el transcurso de nueve meses:
Cuando fuimos a la cárcel, dijimos: ‘Esta serie es de ustedes. Estas son sus historias. Pueden hablar de lo que quieran’. Luego nos dimos cuenta de que no era tan así, porque estábamos en una prisión, y el director y el departamento de Relaciones Públicas del Departamento de Correccionales del estado nos dijeron: ‘Pueden hablar de cualquier cosa, excepto de sus crímenes y sus víctimas’. Muchas de las mujeres habían cometido crímenes en defensa propia, así que esas eran sus historias de abuso y trauma.
Eso en sí mismo me resultó muy difícil. Pero dentro de la cárcel todo el mundo está acostumbrado a reglas de todo tipo, y la gente decía, ‘OK, como sea’. En realidad, no les importó. Hubo tensión en algunos momentos, porque les estábamos diciendo: ‘Pueden hablar de cualquier cosa, excepto del momento más decisivo de sus vidas’. Entonces, nos contaban su historia de vida hasta el crimen y luego seguían contando su historia después del crimen. Fue raro.
;La serie [de historias] estaba llena de situaciones e historias traumáticas y cosas bastante difíciles para los oyentes, pero creo que el punto fue que los propios narradores fueron quienes decidieron: ‘Tengo un motivo para contar esta historia y voy a compartirla con el mundo’. Y eligieron hacerlo porque tenían muchas cosas en sus manos a nivel de estructura, tuvieron mucho tiempo para pensar, deliberar y trabajar en sus historias, y prácticamente las produjeron ellas mismas.
Regla 5: Usa la investigación y la planificación como herramientas de sensibilidad
Los periodistas que se especializan en trabajar con personas que han sufrido algún perjuicio adaptaron una variedad de técnicas para infligir el menor daño posible a sus fuentes durante el proceso. (Hay muchas guías para entrevistar a las víctimas de eventos traumáticos, así que me centraré aquí en los consejos y las preguntas que no han sido tratados en esas guías).
Curiosamente, algunos periodistas se refirieron a su responsabilidad de “minimizar los daños” o hacer “reducción de daños”, tomando prestado el lenguaje que se suele usar en contextos de salud pública y tratamientos para el consumo de drogas.
Rory Linnane, cuyas tareas para la serie Kids in Crisis de USA TODAY-Wisconsin la llevaron a entrevistar a parientes y seres queridos de jóvenes que se suicidaron, aprendió rápido cuán agotadoras podían ser estas entrevistas para las fuentes.
“Fue estresante hacer las primeras entrevistas y reconocer qué le estaba pidiendo a la gente que hiciera”, dice. En la primera entrada de “Rory’s Diary”, sus columnas en primera persona sobre el detrás de escena de la investigación para la serie Kids in Crisis, escribió: “Cuestiono mi lugar al pedirles que revivan su dolor para nuestros lectores. Espero que valga la pena, que las historias lleven a la acción a las autoridades de nuestro estado”.
Para minimizar el daño, Linnane ideó su propio método de entrevista a partir de las capacitaciones que recibió. En una entrevista estándar, no habría problema de saltar de un tema a otro, pero, según ella, no es el enfoque correcto para un tema más sensible. Antes de una entrevista sensible, ella planifica cuidadosamente la progresión de sus preguntas para que el entrevistado “tenga que tocar el tema difícil una sola vez”, por ejemplo, que un padre tenga que recordar los detalles de la muerte de su hijo una sola vez en la entrevista. También, intenta planificar las preguntas de manera que la entrevista termine con un tono positivo.
Otros periodistas mencionaron las formas en las que se esfuerzan por minimizar los daños. Melissa Sánchez dice que va observando las reacciones de su fuente y puede organizarse para terminar la entrevista al día siguiente si le parece que las preguntas resultan molestas. Si ve que la fuente no comprende del todo la entrevista, la termina antes para evitar entrevistar a alguien que no es completamente consciente de lo que está sucediendo.
La cineasta y escritora Jade Begay, quien aboga por una mejor cobertura de las comunidades indígenas, sugiere algunas formas de cambiar el proceso de investigación para que las coberturas sean más reflexivas y menos extractivas.
Primero, dice, hay que dedicarles tiempo. Cuando trabajó para Indigenous Rising Media durante las protestas de Standing Rock, su trabajo era ayudar a los periodistas invitados a cubrir el desarrollo de la historia. Pero, según ella, los viajes de fin de semana que hacían los periodistas eran demasiado cortos y no promovían la confianza ni permitían una cobertura exhaustiva.
No se trata solo del tiempo que se pasa en el terreno. Begay dice que también es importante dedicarle el espacio necesario a la historia para contarla bien, ya sea a través de una serie o darle seguimiento, en lugar de hacer un informe puntual.
Regla 6: Aborda adecuadamente las lagunas de información de las fuentes
Cuando trabajamos sobre los perjuicios que sufrió una comunidad, a menudo, investigamos acerca de las personas que sufrieron ese perjuicio, no para ellas. Dejando a un lado los informes sobre desastres, pocos informes se centran en abordar las necesidades prácticas de información de las personas en comunidades en crisis. Sin embargo, varios periodistas me dijeron que, a medida que avanzaban en sus reportajes, encontraban oportunidades para compensar la falta de información de las fuentes, aunque sea de pequeñas maneras.
Durante su asignación sobre sobrevivientes de la violencia armada para The Trace, Elizabeth Van Brocklin se enteró que existían fondos de compensación a las víctimas, financiamiento estatal para reembolsar a las víctimas o a sus familias por los costos de la atención médica o los gastos funerarios. Sin embargo, muchos sobrevivientes nunca solicitan los fondos, a veces porque ni saben que existen.
Van Brocklin recuerda haber hablado por teléfono con un sobreviviente de Nueva Orleans que le dijo: “Eso no existe en Nueva Orleans.”
Yo pensé, ‘OK, tengo que incluir esto en la historia, porque alguien que podría beneficiarse de esto tiene la impresión de que este recurso ni siquiera existe para él, ni para nadie en su ciudad, y tiene que quedar claro que existe este nivel de malentendido.’ Pero también tengo que decirle [al entrevistado]: ‘En realidad, esto existe y quiero que lo sepas’. No intento engañarlo ni ocultarle nada. No sería justo.
Terminó enviándoles información a otros sobrevivientes que tampoco sabían de los fondos.
“No puedo ayudarlos a llenar la solicitud. No puedo guiarlos como si fuera un trabajador social, pero puedo enviarles información sobre dónde presentar la solicitud”, dice Van Brocklin. Las preguntas que surgieron la impulsaron a escribir un segundo artículo, con un estilo más práctico, destinado a ayudar a los sobrevivientes a manejarse por el sistema de fondos de compensación.
Rory Linnane se encontró en una situación similar cuando realizó entrevistas sobre enfermedades mentales para la serie Kids in Crisis de USA TODAY-Wisconsin.
“Si alguien se comunica conmigo y está pasando por un mal momento, trataré de darle todos los números de teléfono a los que puede llamar para recibir ayuda”, dice Linnane. “No solo creo que esté bien hacerlo, tenemos que hacerlo”.
Sin embargo, Terry Parris Jr., exeditor de relaciones comunitarias de ProPublica, advierte lo siguiente: evitar hacer recomendaciones a proveedores específicos. Desde el rol del periodista no se sabe lo suficiente para recomendar a un proveedor sobre otro, y una recomendación específica podría poner al periodista en un compromiso si la persona tiene una mala experiencia.
En cambio, recomienda que los periodistas aborden las brechas de información de la manera que conocen mejor: escribiendo artículos, como lo hizo Van Brocklin.
Regla 7: Quando sea relevante, informa sobre soluciones
Otra forma en que los reporteros pueden ayudar a los sujetos de su cobertura: informar sobre posibles soluciones a sus problemas. Elizabeth Van Brocklin de The Trace dice que, después de tres años de contar las historias de los sobrevivientes de la violencia armada, está cambiando su enfoque para informar sobre soluciones a tiempo completo. Cree que su objetivo original está cumplido: contribuyó a que el medio de comunicación y su audiencia entiendan realmente por lo que pasan los sobrevivientes. Pero, dice que, después de tanto tiempo inmersa en el tema, sufrió respuestas traumáticas de segunda mano. Ahora, investigará sobre las maneras que encuentran los sobrevivientes para sobrellevar la tragedia y los enfoques que podrían prevenirlas en el futuro.
El equipo de USA TODAY-Wisconsin que trabajó en la serie Kids in Crisis también advirtió esa promesa y decidió informar sobre las formas en que Wisconsin podría combatir su crisis de salud mental juvenil contratando más consejeros escolares e incentivando a más psiquiatras para que trabajen en áreas rurales. El equipo incluso organizó capacitaciones de prevención del suicidio en todo el estado. La reportera Rory Linnane dice que el periodismo de soluciones ofrece algo nuevo a las comunidades afectadas.
“Las comunidades ya suelen saber cuál es el problema, por lo que tener herramientas e ideas sobre soluciones a ese problema puede ser empoderador,” dice Linnane.
Además, afirma que este enfoque tiene otro beneficio más.
“[Este enfoque] les muestra a las personas que no forman parte de la comunidad afectada, pero pueden tener algún poder sobre la situación y a las personas a las que rinden cuentas que se puede hacer algo mejor. No pueden lavarse las manos y decir: ‘Sí, esto realmente es un problema, pero no podemos hacer nada al respecto’”.
Regla 8: Haz seguimimento
Una vez que obtenemos lo que necesitamos de una fuente (una entrevista, un documento, una foto), enseguida pasamos a la siguiente fuente, y poco después, a la siguiente historia. Hacer seguimiento requiere un esfuerzo consciente, y no siempre está claro cuándo o cómo deberíamos hacerlo.
Por supuesto, muchos reporteros se vuelven a poner en contacto con sus fuentes para confirmar las citas o para avisarles cuándo se publicará la historia. Rory Linnane, que trabajaba para USA TODAY-Wisconsin, dice que, en el caso de las fuentes más vulnerables, les ofrece leerles el artículo completo.
Melissa Sánchez de ProPublica Illinois dice que, cuando trabaja con fuentes vulnerables, intenta dar un paso más después de la publicación. Consciente de que ver la historia impresa puede ser sorprendente, especialmente si es una historia dolorosa, le gusta llamarlos después de la publicación para ver cómo están.
Para Elizabeth Van Brocklin de The Trace, llamar a las fuentes después de la publicación le hizo darse cuenta del profundo efecto que tienen ciertos artículos sobre las fuentes. Ella recuerda un episodio de podcast que coprodujo sobre dos amigas que sobrevivieron juntas al tiroteo masivo de Las Vegas. Cuando llamó a una de las dos después de la publicación del episodio, ella mencionó que su amiga aún no se había animado a escucharlo.
La relación de Van Brocklin con sus fuentes a menudo se extiende más allá de la publicación.
“Trato de no tener una relación transaccional”, dice. A medida que sigue adelante con su trabajo, les envía historias que cree que podrían interesarles. Pero los aniversarios son especialmente importantes. Cuando Van Brocklin comenzó a entrevistar a sobrevivientes de violencia armada, descubrió que, para una persona a la que le dispararon, el aniversario del evento suele ser un día muy significativo y difícil. Ella intenta mantener un registro de los aniversarios de sus fuentes y enviarles un mensaje ese día.
Terry Parris Jr., quien hasta hace poco dirigía el equipo de participación comunitaria en ProPublica, afirma que asegurarse de que los informes lleguen a las comunidades afectadas es un principio clave del buen periodismo comprometido. Cuando su equipo está trabajando en una investigación, puede recibir respuestas de unos cuantos miles de fuentes que comparten sus historias. Es responsabilidad de su equipo mantener a esas fuentes al tanto del progreso de la investigación, lo que incluye enviarles los artículos a medida que se publican.
La cineasta Jade Begay comenta que un buen seguimiento también se trata de hacer informes de seguimiento, buscando oportunidades para continuar la cobertura en el futuro. Dice que se asegura de que sus fuentes tengan su número de teléfono directo para que puedan contactarla si hubiera un evento en el futuro que les parece que debería cubrir.
El organizador comunitario Alfred Marshall puede dar fe del valor de la labor periodística continua y señala que fue el seguimiento de la reportera Katy Reckdahl lo que definió la investigación sobre los esfuerzos de su grupo.
“Me quito el sombrero ante ella, porque estuvo allí todo el tiempo”, dice. “Siempre estaba allí. No se perdió ninguna reunión. Hizo la diferencia”.
Regla 9: Devuelve algo
Una de las reglas de ética periodística más estrictas prohíbe pagarles a las fuentes. Los periodistas con los que hablé reconocieron, sin embargo, que a menudo las fuentes hacen sacrificios para compartir sus historias con los periodistas, y varios de ellos han buscado formas de devolver directa o indirectamente algo significativo a la fuente o a su comunidad.
El primer paso es reconocer la contribución de la fuente. La cineasta Jade Begay dice que suele ver que los periodistas, especialmente los de medios más grandes, actúan como si, al escucharlas, le estuvieran haciendo un favor a las fuentes, sin apreciar realmente su aporte:
Creo que hay varias maneras en que podemos… [expresar] gratitud, entender que la historia de alguien no se puede tomar, extraer y luego compartir con el mundo… Especialmente si estamos hablando acerca de alguien realmente vulnerable o muy sensible, alguien que está padeciendo algún tipo de crisis, desastre ambiental o cuya comunidad está siendo atacada. Compartir la historia con un periodista es un acto de vulnerabilidad muy grande, así que el mero hecho de comprender lo que la gente está compartiendo y que es un honor recibirlo es importante.
Rory Linnane, quien trabajó en la serie Kids in Crisis para USA TODAY-Wisconsin, está de acuerdo.
No quiero dar por sentado que compartir su historia conmigo va a ser más útil para las fuentes que para la audiencia. Creo que, en general, los entrevistados están poniendo algo cuando pasan tiempo contigo y se muestran tan vulnerables a los ojos del público. Creo que es importante partir desde el punto en el que te das cuenta de que [ellos te] están dando algo. Supongo que mi principal objetivo desde ese momento es garantizar que, si comparten la historia, estoy convencida desde mi lado de que va a tener un impacto positivo, estoy trabajando lo más que puedo para lograrlo y que estoy minimizando el daño hacia ellos lo más posible.
A veces, dice Linnane, la entrevista misma podría tener ese impacto positivo, y darle a la fuente la oportunidad de que la escuchen de verdad.
Creo que muchas veces las entrevistas pueden ser muy terapéuticas para las personas si se manejan correctamente, en especial para las personas que están pasando por un duelo y no han podido hablar de su ser querido en un tiempo o no han sentido que nadie… ya sabes, muchas veces la gente tiene miedo de preguntarles a las personas que están atravesando un duelo, y entonces es un alivio poder hablar y sentir que están haciendo algo bueno. En especial, para los estudiantes, creo que puede ser un paso realmente potente para aceptarse a sí mismos tal como el mundo los acepta. Puede ser un factor de confianza muy importante.
El periodista independiente Lewis Wallace recuerda haber recibido un mensaje de una fuente que le decía que “ser escuchado era como un regalo de Dios”, pero agrega que ese sentimiento derivaba de haber visto su historia reflejada con precisión, y no es universal.
Alejandro Fernández señala que, si bien las fuentes podrían beneficiarse emocionalmente de compartir sus historias, los periodistas sacan rédito de esas historias de una manera mucho más concreta. Recuerda un caso en el que se comunicó por teléfono con inmigrantes endeudados con una compañía de fianzas para escribir un artículo sobre las prácticas cuestionables de la compañía:
Nosotros [los periodistas] estábamos bastante seguros de que teníamos una historia interesante y que, al menos, nuestro editor estaba contento con ella, y nosotros estábamos contentos porque íbamos a hacer un podcast con Radio Ambulante, así que sabíamos que, a nivel profesional, estamos haciendo algo interesante. En otros casos tal vez tuvimos una buena cantidad de clics, una buena respuesta. Esos son resultados concretos que dudo que las personas vulnerables, las víctimas, vayan a ver. Es algo muy raro.
La manera es injusta, el acuerdo es injusto. Porque nosotros sabemos qué es lo mínimo que vamos a conseguir, pero ellos no. Incluso pueden meterse en problemas al exponer sus historias. Y por lo tanto es injusto. Sé que es injusto. Y no sé cómo resolverlo.
Teniendo esto en cuenta, algunos periodistas mencionaron formas en que habían tratado de compensar a las fuentes no monetariamente por su tiempo y las dificultades. Después de trabajar con los presos durante meses en la producción de sus propias historias para la radio, Lewis Wallace escribió cartas de recomendación para los productores aficionados.
La estación de radio en la que trabajaba era bastante tradicional en términos de ética periodística, por lo que definitivamente no hubieran aceptado pagarles a las personas… [Escribir las cartas] era solo una idea que se me ocurrió. Pensé: ‘Bueno, ellas tomaron esta clase, produjeron estas cosas y yo era su editor, y escribiría una carta de recomendación para cualquier otro productor comunitario con el que hubiera trabajado. Estas productoras comunitarias están en la cárcel y ahora mismo no les sirve una carta de recomendación, pero tal vez en el futuro sí, así que ¿no sería bueno hacer eso por ellas? Ya sabes, una forma de mostrarles que apreciamos su trabajo, que esencialmente estaban produciendo contenido gratuito para nuestra estación.
Rory Linnane, sabiendo que sus jóvenes fuentes estarían presentando solicitudes a la universidad pronto, se ofreció a servirles de referencia. Dice que algunos de los jóvenes adultos escribieron sobre la experiencia en sus ensayos de solicitud para la universidad. Para algunas de las fuentes, la oportunidad de compartir su historia públicamente en un medio que llegara a audiencias de todo el estado les ayudó a encontrar otras oportunidades de participación o activismo.
Pero Jade Begay sostiene que los periodistas no deberían descartar la idea de hacer ofertas materiales a las fuentes, aunque no sea negociable para aquellos que trabajan en salas de redacción tradicionales. Begay, ella misma indígena y exproductora sénior de Indigenous Rising Media promueve darles a sus fuentes pequeñas ofrendas significativas como señal de reciprocidad. Cuando ella entrevista a miembros de otra tribu, por ejemplo, intenta averiguar qué usa ese pueblo para orar (tabaco, por ejemplo) y lo trae como muestra de aprecio. En otros casos, usa sus habilidades como fotógrafa para tomar retratos de las fuentes y las comparte con ellos para que puedan usarlas.
Según ella, los periodistas y los creadores en medios deberían considerar pagarles a las fuentes directamente:
Ni siquiera en las películas documentales puedes pagarles a los participantes. Entiendo el motivo, pero me resulta difícil aceptarlo porque la gente está ofreciendo algo. Está ofreciendo su tiempo, y si tu documental es sobre su lucha, tú sabes que está pasando por un momento difícil, que está luchando. Entonces, ¿cómo podemos cambiar la presunción de que el mero hecho de compensar a una persona por su tiempo [significa] que lo estamos obligando a decir lo que nosotros queremos? ¿Podemos confiar en la historia de alguien? Creo que hay mucho que desaprender y volver a aprender en esas preguntas. Tanto en el mundo del cine como en el del periodismo, tenemos que analizar a fondo por qué se hacen estas cosas.
Lewis Wallace está de acuerdo:
A un nivel más personal, estoy abierto al debate sobre la compensación, especialmente cuando se asume un rol más de coproducción… Creo que el límite entre “Yo soy el periodista profesional y tú eres la fuente” es un poco arbitraria… Si realmente estamos haciendo este trabajo para tratar de reducir daños y abordar la dinámica de poder entre periodistas y fuentes, entonces esas preguntas deberían surgir, y eso es saludable y deberíamos abordarlas y no simplemente cerrarnos a escucharlas.
El organizador comunitario Alfred Marshall, que organiza a las personas que luchan para encontrar trabajo, dice que la oportunidad de ganar un poco de dinero por ser entrevistado sería un cambio bien recibido. Lo han entrevistado regularmente, y también ha ayudado a los periodistas a ponerse en contacto con otros miembros de su comunidad. Él argumenta que compensar a las fuentes por sus historias reconocería la necesidad de la fuente, el valor de su contribución y justificaría el riesgo que están tomando al contar su historia.
“A veces [hablar con los medios] es una bandera en tu espalda: ‘No lo contrates’ o ‘No confíes en él, es una persona a la que le gusta hablar’. Ahora andas por ahí con eso en la espalda, que eres un tipo que habla… Te persigue un poco porque ese artículo circula públicamente”, dice.
Marshall recuerda un suceso que ocurrió en un evento de entrega de mochilas que organizó a través de su programa extracurricular sin fines de lucro, Us Helping Us. En Nueva Orleans, en todas las escuelas públicas se requiere que los estudiantes usen uniforme, y comprarlos puede ser una gran carga financiera para las familias en dificultades, por lo que, además de entregar 150 mochilas con útiles escolares, el grupo de Marshall sorteó 25 tarjetas de regalo de $75 para que las familias compren los uniformes. Pero dice que los que no recibieron tarjetas de regalo estaban molestos.
Tomé a dos de esas madres enojadas y le pedí a un reportero que viniera y contara su historia, cómo el sistema escolar no las estaba apoyando para conseguir uniformes y cómo estas jóvenes estaban luchando para conseguir los uniformes. Así que el reportero hizo el informe, lo transmitieron, pero la mujer sigue luchando. Nadie vino y dijo: ‘Está bien, voy a ayudarte a conseguir estos uniformes’…. [pero] el reportero de alguna manera la puso en contacto con otra agencia que ayudó a la mujer a conseguir dos uniformes.
Así que si no es un [pago] directo de [los medios], podría ser un contacto para aliviar la carga después de contar la historia, porque estoy contando mi historia porque estoy sufriendo y necesito apoyo. Busco ayuda, por eso te cuento mi historia… Como la gente en la frontera que busca asilo. Buscan seguridad, libertad. Y por eso la gente cuenta sus historias.
Antes de nuestra conversación, Marshall no estaba familiarizado con la prohibición de pagarles a las fuentes. Él argumenta que, si el periodista busca fuentes a través de un miembro confiable de la comunidad, “alguien que está escuchando los gritos de la gente a diario”, la transacción monetaria no comprometerá la entrevista.
Pero, según Marshall, la compensación monetaria es solo una solución a corto plazo:
La retribución es el cambio de la situación. Cuando cuento mi historia, quiero ver un cambio. Y no se trata de que yo reciba un poco de dinero por mi historia, sino algo de más alcance, de que el sistema cambie y se recompense a la gente. Ese es el cambio y la retribución que la gente quiere realmente.
Este, dice Rory Linnane, es el tipo de resultado que el equipo de USA TODAY-Wisconsin estaba buscando con su serie Kids in Crisis, y lo obtuvieron. El entonces superintendente Tony Evers del Departamento de Instrucción Pública de Wisconsin, mencionando la inspiración de la serie Kids in Crisis, creó un importante plan de financiamiento para la salud mental, y gran parte de este se aprobó en el último ciclo presupuestario. Linnane también señala que Hopeline, la línea de crisis por mensaje de texto que el equipo de Linnane incluyó en sus artículos, registra un aumento en los mensajes de texto recibidos cada vez que se publica una historia.
“En general, creo que ha servido para reducir el estigma y hablar más sobre la salud mental”, dice, señalando que los eventos comunitarios que celebraron en todo el estado capacitaron a más de 100 personas en enfoques de prevención del suicidio y ofrecieron información sobre los recursos locales.
Regla 10: Sabe qué aportan tú y tu medio (para bien o para mal)
Para saber a quién va destinada tu historia o cómo podría dar lugar a un cambio para la comunidad que estás cubriendo, es útil comprender para qué medio estás trabajando. ¿Qué impacto busca tener el medio y quién es su audiencia principal?
Cuando Alex V. Hernández cofundó 90 Days, 90 Voices (Borderless), dice que él y sus colegas no destinaban sus historias a personas como sus fuentes. En cambio, querían “amplificar sus voces” y compartirlas con personas que de otro modo no tendrían acceso a la experiencia de los inmigrantes o refugiados.
“Creo que nuestro verdadero objetivo es instruir e informar a alguien que tal vez solo reciba información sobre la inmigración a través de un presentador de televisión por cable”, dice Hernández.
Esperaban ofrecer a esas personas un tipo diferente de cobertura sobre la inmigración.
“En lugar de centrarse en el complicado proceso normativo legal, tal como yo lo veo, una publicación como Vox, con sus ilustradores, puede hacerlo mucho mejor que nosotros”, dice. “Lo que nosotros podemos hacer es… agregar contexto. Por ejemplo: esta es la experiencia de una persona que atravesó [el proceso de inmigración en la frontera] y este es el motivo por el que tuvo que hacerlo.”
Alejandro Fernández, por su parte, buscaba crear un tipo diferente de cobertura cuando, junto con cientos de otros periodistas destacados de América Latina y España, lo contrataron para ayudar a desarrollar la capacidad de investigación de Univision. En su cargo como periodista de datos, investigó la naturaleza aparentemente arbitraria de las resoluciones judiciales de asilo y de los montos de las fianzas de inmigración e informó sobre una compañía de fianzas de inmigración acusada de fraude y abuso. Él considera que sus hallazgos deberían haber provocado un cambio de política o indignación pública.
Sin embargo, Fernández, que perdió su trabajo en un importante despido en 2018, dice que Univision no estaba preparado para causar el gran impacto que él esperaba que causaran las historias. Dice que los inmigrantes confían en la red, pero que los responsables políticos no la respetan, por lo que su cobertura no tiende a cambiar la política. Sus editores le dijeron que eso no era lo que Univision hacía.
Eso también lo decía nuestro jefe en las reuniones: ‘No tenemos ningún [impacto] en la agenda política de los Estados Unidos’… Y a veces… nos asociamos [con] medios estadounidenses tradicionales, que no nos toman muy en serio. Recuerdo algunas investigaciones en las que, de hecho, no querían trabajar con nosotros, y sé el motivo: en el periodismo de investigación, Univision no tiene nada que ofrecer. Univision no es una marca confiable en ese tipo específico de periodismo.
Fernández dice que Univision tiene una excelente conexión con las audiencias de inmigrantes y que las fuentes confiaban en él por ese motivo. Además, se alegra de que sus reportajes puedan haber llegado a personas a quienes podrían resultarles útiles. Por ejemplo, dice que estaría feliz si solo un inmigrante optara por no firmar un contrato con esa compañía de fianzas y evitara endeudarse. Dice que, si esas historias se hubieran publicado en The New York Times o ProPublica, nunca hubieran llegado a los inmigrantes.
Sin embargo, dice: “Lo segundo no es tan importante como lo primero”.
A veces, tienes que escribir para aquellos que toman las decisiones, y quienes toman las decisiones no son los inmigrantes indocumentados. Por lo tanto, en The New York Times, ProPublica, The Washington Post y otros similares, quienes toman las decisiones pueden leer tus historias.
Si [los inmigrantes] tienen que tomar decisiones diarias con tu información, tal vez les resulte más útil Univision. Sin embargo, si abordas problemas estructurales, podría ser más importante que lean tus artículos quienes toman las decisiones. Creo que los inmigrantes indocumentados tienen realmente en cuenta tus consejos, por ejemplo, cómo tener algunas precauciones legales en algo específico con respecto a su situación en los Estados Unidos, pero a quienes toman las decisiones en Washington D. C. no les importa realmente Univision.
Esto se debe básicamente a que nos interesa este periodismo emocional, como hacer llorar a la gente, enfrentar a Trump en una conferencia de prensa y programas por el estilo. [En Univision] son expertos en eso, pero no son expertos en este otro tipo de periodismo del que estamos hablando. Por eso, a veces es más importante que nos lean y nos tomen en serio estas personas influyentes, en lugar de los inmigrantes indocumentados, si nuestro objetivo es generar un cambio.
Conscientes de sus propias limitaciones, algunos medios se están asociando con otros para llegar a nuevas audiencias. The Trace, un sitio web que cubre exclusivamente armas, políticas sobre armas y violencia armada, conoce bien su público específico.
“Somos el único medio que cubre este tema a tiempo completo”, dice la reportera Elizabeth Van Brocklin, quien señala que la audiencia principal de The Trace son “personas que están relacionadas profesionalmente con el tema”.
Sin embargo, para muchos proyectos, The Trace se ha asociado con medios locales para encontrar fuentes locales y compartir esas historias con una audiencia local. (Información adicional: Anteriormente, trabajé para uno de esos medios, Listening Post New Orleans, y colaboré en uno de esos proyectos).
“Tratamos de que, siempre que se pueda, esté orientado a la comunidad”, dice Van Brocklin.
ProPublica y ProPublica Illinois llevan esa idea completamente a otra escala. No solo realizan investigaciones en colaboración con una lista enorme de otros medios, que incluyen medios tan variados como The Fresno Bee, NPR y City Bureau, sino que también ponen sus historias a disposición de cualquier medio para que las vuelva a publicar de forma gratuita. Esto permite que diversas audiencias vean su trabajo.
La reportera de ProPublica Illinois, Melissa Sánchez, dice que, en su propio trabajo, se dirige a audiencias específicas:
Hemos estado escribiendo mucho sobre las multas en Chicago y cómo llevan a las personas a la bancarrota, a las personas negras. Por lo tanto, la audiencia principal, tal vez, no es necesariamente una familia negra pobre del sur de Chicago. Si llegamos a ellos, sería muy valioso. Podrían verse a sí mismos en la historia, identificarse y sentirse menos solos en esta situación realmente [terrible]. Eso sería algo bueno, pero creo que el punto es… que el sistema es realmente injusto.
Entonces, ¿quién tiene el poder para cambiar el sistema? Aparentemente, los funcionarios municipales, el alcalde, las organizaciones y las personas que cabildean en el gobierno de la Ciudad, que pueden ejercer presión política sobre la Ciudad para generar un cambio… No creo que escriba una historia pensando ‘quiero que mi audiencia sean los 50 funcionarios municipales de Chicago’ pero, en cierto modo, esas son algunas de las personas que podrían tener impacto en el tema.
Sin embargo, Sánchez dice que asociarse con otros medios permite que las historias lleguen a nuevas audiencias en formatos que se ajusten a estos. Otro medio podría acortar la historia, crear un video o una grabación de audio o localizar la información según su audiencia, como cuando Al Jazeera usó los hallazgos de su investigación sobre las multas en Chicago para crear un video que explicara la bancarrota.
“Hicieron que fuera más pegadizo, realista y divertido. Era raro hacer que algo tan complicado fuera divertido”, dice Sánchez. “Tomaron nuestra información y la transformaron para que fuera más accesible para otro tipo de audiencia”.
“No tenemos la propiedad exclusiva de esta horrible historia sobre la que estamos escribiendo. Cualquiera puede escribir al respecto”, dice, y agrega que ProPublica Illinois tiene un gerente de comunicaciones encargado de enviar sus historias a organizaciones y medios cuyos grupos podrían estar interesados.
Además, dice Sánchez que ella hace este trabajo. Dice que pasa gran parte de su tiempo compartiendo las historias con otras audiencias yendo a programas de radio para personas negras o a programas de televisión en español para hablar sobre las investigaciones. ProPublica intenta que su propio trabajo esté disponible en varios formatos, como artículos pequeños y videos cortos, para cubrir diversas necesidades. Por ejemplo, cuando investigó las condiciones de los albergues de Chicago para niños inmigrantes, supo que necesitaría tomar medidas adicionales para que el reportaje llegara a las audiencias pertinentes:
Queríamos que la gente obtuviera la información también en español porque muchas familias latinas están vinculadas a inmigrantes y tal vez a inmigrantes que han pasado por el sistema [de albergue para niños inmigrantes]. Por lo tanto, para llegar a esa audiencia, traducimos las historias, lo que facilita el acceso a ellas. Sin embargo, lo que es aún más valioso es que tratamos de publicar las historias en su propio idioma mediante mis visitas a la televisión y a la radio para presentar rápidamente algo de información.
No es una historia de 5000 palabras, pero es más poderosa porque la ven más personas, personas como mi madre. Mi madre nunca lee mis historias ni en inglés ni en español. Es demasiado pesado. [Risas] Sin embargo, sí mira televisión y ve las secciones de dos minutos con material suplementario o entrevistas conmigo o con algún contacto. Y creo que es un buen punto de partida para concientizar a las personas, para que no tengan que leer el artículo completo.
Regla 11: Prepárate para pensar en el panorama general
Como ya he insinuado, algunas de las personas a las que entrevisté cuestionaron si realmente podemos hacer periodismo ético si nos aferramos a todas las normas tradicionales del periodismo. La cineasta Jade Begay, que también está trabajando en la creación de una guía para un periodismo menos extractivo, dice que hacer nuestro trabajo de manera más ética requerirá más que unos pequeños ajustes:
Lo que pensé que estaba presentando como ‘esto es lo que haremos para descolonizar los medios de comunicación y nuestro enfoque’ se convirtió en: Dios mío, en realidad tendremos que hacer un trabajo profundo en cuanto a las formas en las que hemos, y me refiero a nosotros como cada una de las personas de Estados Unidos, internalizado la supremacía blanca en Estados Unidos y algunos de los estereotipos… e incluso el sentido de derecho que tienen las personas privilegiadas, especialmente si has tenido algún tipo de educación superior o si trabajas para un medio muy importante… [o] debido a [tu] acceso, y cómo nos presentamos con eso en nuestro trabajo.
Entonces, para mí, ese proceso fue como decir: ‘realmente tendremos que hacer un trabajo profundo para volver a aprender todo nuestro enfoque no solo en nuestro trabajo, sino también en cómo nos relacionamos con las personas marginadas o las comunidades a las que no pertenecemos, aunque sintamos que tenemos el derecho de cubrir esa historia, que les estamos haciendo un favor, y tendremos que replantearnos esta mentalidad de salvadores, y trabajar con eso’.
He aprendido que, en realidad, hay una gran cantidad de comportamientos y patrones que hay que abordar al hacer esto. No es tan superficial ni fácil como esperábamos. En realidad, es un proceso profundo y un asunto interno, y debemos trabajar con nuestras suposiciones y las cosas que podríamos dar por sentado.
Por ejemplo, Begay dice que, cuando los periodistas cubrieron las protestas contra el oleoducto Dakota Access, se centraron en el “relato de la víctima” en lugar de informar sobre la historia de los derechos de tratados y las formas en las que se habían violado, un tipo de informe que, según ella, hubiera sido más útil.
El periodista independiente Alejandro Fernández dice que incluso la forma en la que él y otros piensan en sus fuentes, especialmente inmigrantes indocumentados, como “personas vulnerables” es problemática:
Puedo aceptar que, cuando digo “personas vulnerables”, estoy hablando en un término de superioridad, que siento que no soy vulnerable, pero generalmente vemos a los inmigrantes de esta manera: personas vulnerables que necesitan protección y que no pueden tomar decisiones inteligentes a menos que las ayudemos. Eso está muy mal, pero acepto que también está presente en nuestra redacción, y casi todos los que no son inmigrantes indocumentados los ven de esa forma.
Otra preocupación que compartieron muchos de los periodistas con los que hablé fue la dinámica de poder inherente al periodismo. A Fernández le preocupa que, con los periodistas en una posición privilegiada, “es muy fácil usar a estas personas”.
Elizabeth Van Brocklin de The Trace señala que el periodista toma las decisiones clave.
“De pequeñas formas, trato de darles algo de capacidad de intervención pero, en última instancia, después de conversar horas con ellos por teléfono, resumo lo que dicen en el relato que estoy tratando de contar”, dice. “Hay muchísimos detalles entre los que podría elegir y termino seleccionando tres detalles para intentar retratar a esa persona y su experiencia… y realmente no veo ninguna manera de evitarlo”.
El periodista independiente Lewis Wallace señala que los reporteros y las fuentes suelen tener intereses diferentes y, a veces, contradictorios.
“Por lo tanto, puede ser al menos una forma de extracción, por no llamarlo explotación: tomar la historia de otra persona y usarla no necesariamente para su interés, sino para el interés del periodista o de la audiencia del periodista”, dice Wallace.
Alfred Marshall, organizador comunitario de Nueva Orleans, ha estado observando esta dinámica durante años. A raíz del huracán Katrina, Marshall ha sido entrevistado con frecuencia o ha ayudado a periodistas a conectarse con otras personas para entrevistarlas:
Después de Katrina, vinieron personas de todo el mundo que querían escuchar las historias de la gente [de] cómo había sido Katrina. [Yo] contaba la historia una y otra vez, y simplemente la daba a conocer. Sé que es bueno dar a conocer la historia. Siento que es útil presentarla al mundo. Sin embargo, una vez que el mundo ha recibido el mensaje, no recibes nada a cambio de tu historia. Y eso sucede constantemente: una y otra vez, la gente cuenta las historias, pero [la gente en el terreno] no ve los frutos de eso.
Lewis Wallace quiere, en cambio, ver un periodismo que “tenga en cuenta las necesidades y los deseos de la comunidad”. Sin embargo, dice que eso podría requerir cambiar la estructura del negocio periodístico.
En este momento, los medios de comunicación nacionales funcionan de la manera en que lo hacen porque las historias se venden, o la publicidad se vende, y se gana más dinero vendiéndolas a una audiencia más amplia. El modelo de negocio incentiva que se claven muchas miradas en una historia… y quiero que pensemos de manera amplia y creativa en qué pasaría si toda la economía de los medios de comunicación fuera diferente y fueran los grupos o las cooperativas de personas locales los dueños de la estación de radio o del periódico. Esa dinámica cambia inherentemente las personas cuyos intereses se están satisfaciendo.
“Creo que, en este momento, es la estructura económica la que impulsa el enfoque ético”, me dijo Wallace mientras terminábamos nuestra conversación. “Por lo tanto, si pudiéramos cambiar eso y decir ‘¿Cuál sería realmente la forma más ética o la forma correcta de producir estas historias y cómo podemos apoyarla financieramente?’, creo que sería una pregunta estimulante”.
Le repetí a Wallace su propia idea.
“Sí”, dijo riéndose, consciente de lo que estaba pidiendo. “Entonces, busquemos a la persona que pueda responder eso y ya”.
Regla 12: Haz las preguntas difíciles (si tienes dudas, vas por buen camino)
De lejos, lo más importante de este proyecto no es lo que se debe y lo que no se debe hacer. No es lo que hay que decir en las entrevistas ni la forma de hablar con tu editor, aunque todo eso es importante. Es el consuelo de saber que, si te preocupan estas cosas y quieres tener a alguien con quien hablar, no estás solo.
Todos los periodistas a los que llamé se tomaron al menos media hora de su día para hablar conmigo sobre estas preguntas éticas. Algunas de nuestras conversaciones duraron una hora.
¿Por qué? Porque la mayoría de nosotros no hacemos estas preguntas abiertamente.
“Creo que la pregunta de tu investigación es muy útil e interesante”, me dijo el periodista independiente Alejandro Fernández. “No creo que los periodistas hablen de esto en público, ¿sabes? Por lo general, vamos a un bar, hablamos con nuestros colegas sobre cómo nos sentimos y, después, nadie habla de eso en público”.
Pero eso no significa que no piensen en ello. Por el contrario, todos los periodistas con los que hablé me dijeron que a menudo se hacen preguntas, por ejemplo, si su enfoque es extractivo y qué significa tener una relación ética con las fuentes.
“Si realmente te preocupas por estas personas, sería muy raro que no sintieras esto”, me dijo Fernández. “Creo que es muy natural”. Sin embargo, dice que espera estar teniendo un impacto positivo. “No tenemos dinero… lo único que puedo hacer es contar sus historias”.
Elizabeth Van Brocklin estuvo de acuerdo:
Para mí, esta es una crisis totalmente existencial, y creo que es importante reflexionar sobre si las historias benefician a las comunidades que representan. Creo que da miedo cuando las personas no piensan en estas cosas y cuando suponen que ‘a la gente le encanta contar sus historias y eso es suficiente’. Creo que eso es una parte, pero no creo que deba evitar que analices el valor de lo que les haces a todos los involucrados…
A veces me pregunto: ‘¿Debería hacer esto?’. Soy una mujer blanca de clase media-alta, y muchas de las personas a las que entrevisto son de comunidades de bajos recursos y han experimentado varios traumas, y quizá no confíen en los periodistas. Esa es una dinámica de poder de larga data, y me siento responsable de ser lo más abierta y sensible a ella que pueda.
¿Es extractivo? Sí, pienso que lo es. Pero… si la alternativa es que nadie lo haga, creo que vale la pena hacerlo… Somos el único medio que cubre la violencia con armas y las políticas sobre armas a tiempo completo, y somos un personal muy pequeño y no puedo hacer nada sobre mis experiencias de vida, así que solo trato de dar lo mejor de mí, supongo. Soy consciente de esta dinámica y trato de no ser ingenua respecto de ellas, pero también trato de escribir una historia justa y buena, y siento que es mejor que no escribir ninguna historia.
Creo que tengo una gran responsabilidad con las personas a las que entrevisto… Pero la pregunta es ‘¿De qué?’… Creo que esta es un área que necesita preguntas difíciles… Creo que, probablemente hasta cierto punto, esto es solo parte del trabajo, y siempre podemos mejorar y trabajar para que sea más justo. Sin embargo, creo que es una profesión con límites inherentemente borrosos.
Antes de terminar, quiero reconocer que esta guía no es exhaustiva en absoluto. Si te ha dejado con más preguntas que respuestas, es comprensible, ya que hacerla también me ha dejado con preguntas. Sin embargo, espero que ahora sientas un poco más de comodidad al iniciar conversaciones sobre estas preguntas o al hacer más públicas las conversaciones que has estado teniendo en privado.
Si tienes preguntas o comentarios, o si tienes ideas sobre formas de continuar esta conversación, no dudes en enviarme un correo electrónico, en español o inglés, a ncyahr@gmail.com.
Entrevistados
Jade Begay es artista independiente, cineasta y capacitadora en medios. Anteriormente, trabajó como productora sénior para Indigenous Rising Media, un proyecto de comunicación audiovisual de Indigenous Environmental Network diseñado para que las personas indígenas tengan una plataforma para contar sus propias historias sin influencia editorial externa. También brinda capacitaciones internas en medios de comunicación sobre cobertura ética en comunidades.
Alejandro Fernández Sanabria es de Costa Rica y trabaja como reportero independiente. Anteriormente trabajó como reportero de datos para Univision, donde investigó a los tribunales de inmigración de EE. UU., sobre todo, la naturaleza arbitraria de las sentencias de asilo y de los bonos de inmigración.
Alex V. Hernández es cofundador y director de participación de 90 Days, 90 Voices (Borderless Magazine). El proyecto “cuenta las historias de aquellos que buscan un hogar en los Estados Unidos en una época agitada a través de narrativas personales, audio, fotos, cómics y eventos de periodismo en vivo”. También trabaja para Block Club Chicago, donde cubre los barrios de Lincoln Square, North Center e Irving Park.
Rory Linnane es reportera en el Laboratorio de Ideas del Milwaukee Journal Sentinel. Cuando hablé con ella, trabajaba como reportera de proyectos especiales para USA TODAY-Wisconsin. Durante los últimos tres años, ha trabajado en la serie Kids in Crisis sobre la crisis de salud mental juvenil en Wisconsin. Para esa serie, su equipo adoptó un enfoque decididamente no neutral, afirmando que los números de suicidios juveniles del estado eran inaceptables y pidiendo un cambio. Para el proyecto, tomó la iniciativa poco común de publicar un “diario” en el que compartió sus sentimientos y esperanzas sobre la investigación.
Alfred Marshall es un organizador de larga data en Nueva Orleans, Luisiana. Trabaja para el New Orleans Workers ’Center for Racial Justice como organizador del grupo Stand With Dignity y recientemente cofundó Us Helping Us, un centro extracurricular sin fines de lucro. Lo entrevistaron muchas veces, tanto medios locales como externos, sobre su trabajo y sobre su vida personal: su hijo murió a causa de la violencia armada en 2013.
Terry Parris Jr. es director de relaciones comunitarias en The City. Cuando hablé con él, era editor adjunto de relaciones comunitarias de ProPublica, donde dirigió un equipo a la vanguardia del campo del periodismo comprometido. Supervisó el trabajo que impulsó investigaciones como Reliving Agent Orange (Recordando el Agente Naranja), sobre los impactos en la salud de la exposición al Agente Naranja, y Lost Mothers (Madres perdidas), sobre la mortalidad materna, y escribió e hizo presentaciones sobre los métodos de su equipo. En particular, dice que su trabajo se enfoca en conectarse con la “comunidad correcta” (aquellas personas directamente afectadas) en lugar de con toda la comunidad.
Melissa Sánchez es reportera en ProPublica Illinois, donde investigó las condiciones dentro de los refugios para niños inmigrantes en Chicago y la aplicación desproporcionada de multas de tránsito a los residentes negros de Chicago.
Elizabeth Van Brocklin es reportera de The Trace, un sitio web de noticias centrado exclusivamente en armas, política de armas y violencia armada. Durante tres años, relató las historias de sobrevivientes de violencia armada en la serie Shot and Forgotten (Tiroteado y olvidado). Esa serie está casi finalizada, y ahora se dedica mayormente a artículos encuadrados en el periodismo de soluciones, entre ellos, una historia sobre la política, inusual pero efectiva, en Filadelfia de que el primer agente de policía en el lugar lleve a las víctimas de bala al hospital en lugar de esperar a una ambulancia.
Lewis Wallace es un periodista independiente que habla y escribe sobre el periodismo como una industria extractiva. Es el autor del libro The View from Somewhere: Undoing the Myth of Journalistic Objectivity.
Lecture Complementaria
Bui, P. Kim. “The empathetic newsroom: How journalists can better cover neglected communities.” American Press Institute website. April 26, 2018. https://www.americanpressinstitute.org/publications/reports/strategy-studies/empathetic-newsroom/
Demby, Gene. “How Black Reporters Report On Black Death.” August 20, 2015. https://www.npr.org/sections/codeswitch/2015/08/20/432590298/how-black-reporters-report-on-black-death
Dubberley, Sam & Michele Grant. “Journalism and Vicarious Trauma: A Guide for Journalists, Editors and News Organisations.” First Draft News. April 2017. https://firstdraftnews.org/wp-content/uploads/2017/04/vicarioustrauma.pdf
Guzmán, Mónica. “The best ways to build audience and relevance by listening to and engaging your community.” American Press Institute website. May 2, 2016. https://www.americanpressinstitute.org/publications/reports/strategy-studies/listening-engaging-community/
Linnane, Rory. “Go inside Kids in Crisis series — Rory’s Diary.” Appleton Post-Crescent. Last updated March 17, 2016. https://www.postcrescent.com/story/news/2016/01/04/kids-in-crisis-serials/78260724
Marchenkova, Darya. “Extractive Vs. Healthy Storytelling: An Interview with Jade Begay of Indigenous Rising Media” February 2, 2017. http://www.mediaactionresearch.org/extractive-vs-healthy-storytelling-an-interview-with-jade-begay-of-indigenous-rising-media/
Maxson, Jan. (2000) Training Journalism Students to Deal with Trauma: Observing Reporters Behave like ‘Creeps’, Journalism & Mass Communication Educator, Vol 55, Issue 1, pp. 79 – 86, DOI: 10.1177/107769580005500109
Newman, Elana. “Trauma-Aware Journalism” TEDX talk at University of Tulsa. https://youtu.be/HXPfJ8rQZ_8
Shapiro, Bruce. “Managing Stress & Trauma on Investigative Projects.” Dart Center for Journalism and Trauma. https://dartcenter.org/content/staying-sane-managing-stress-and-trauma-on-investigative-projects August 5, 2015
Van Brocklin, Elizabeth. “How to Report on Survivors of Gun Violence.” The Trace. August 2, 2018. https://www.thetrace.org/2018/08/reporting-guide-gun-violence-survivors
The War Horse. “Our Policies on Trauma Reporting.” https://www.thewarhorse.org/about-us/#our-promise
Wu, Sian. “Multicultural Communications Best Practices.” Resource Media. http://www.resource-media.org/wp-content/uploads/2018/10/MCC-Handout-Comnet.pdf